GEOGRAFÍA E HISTORIA
  La Europa de la Restauración, las revoluciones liberales y el auge de los nacionalismos
 

La Europa de la Restauración, las revoluciones liberales y el auge de los nacionalismo

 

 

1.-  INTRODUCCIÓN: el concepto de liberalismo y nacionalismo

 

            El liberalismo político es la filosofía o movimiento, que inspirado en la ilustración y en la práctica del parlamentarismo inglés, defiende la libertad y la igualdad como derecho esencial del hombre en todos los aspectos de la vida. Este liberalismo político tiene su origen en el siglo XVIII, siendo Francia uno de los principales focos, aunque se extiende a otros países de la Europa occidental como una doctrina que defiende la lucha contra el absolutismo. Por tanto, a los liberales le unía un interés común: la oposición al absolutismo monárquico.  Se diferencian dos grupos:

 

1)     los liberales moderados o liberalismo doctrinario

2)     los liberales progresistas o liberalismo democrático.

 

Podemos establecer como características de este liberalismo:

 

  • Defensa de la libertad individual y la libertad de expresión.
  • Defensa de la igualdad entre las personas.
  • Defensa de la división de poderes tal y como establecía Montesquieu: legislativo, ejecutivo y judicial
  • La idea de Soberanía nacional y de la extensión del sufragio.
  • El establecimiento de una constitución que limite la autoridad real.
  • La libertad religiosa y aconfesionalidad del Estado. También defiende la enseñanza laica.
  • Es partidario de la desamortización de los bienes del clero y de la nobleza.

 

En cambio el nacionalismo es un movimiento político que considera que cada nación debe constituir un Estado independiente, basándose  en la etnia, la lengua, la cultura y la historia de un territorio determinado. Entre los teóricos más destacados del nacionalismo se encuentran Herder y Fitche en Alemania, y Mazzini en Italia.

Las ideas nacionalistas se pueden orientar hacia dos situaciones políticas distintas:

 

1)      Hacia la independencia nacional, cuando se trata de pueblos sometidos o integrados por la fuerza en un imperio como el Austro-húngaro o el turco.

2)      Cuando estamos ante distintos pueblos que se consideran una nación, pero que están divididos internamente, por lo que luchan por su unificación (casos de Italia y Alemania).

 

 

 

 

2.-  La Europa de la Restauración: el Congreso de Viena

 

            Entre 1815 y 1830 se desarrolla un periodo histórico en Europa conocido como la Restauración. Un periodo que ha sido señalado por la historiografía clásica como una reacción ante el avance revolucionario.

 

Desde el punto de vista político, la Restauración significa el intento de reestablecer  la situación anterior a 1789. De hecho en Francia, tras la derrota de Napoleón, se restauró la dinastía de los Borbones en la figura de Luis XVIII. Y desde el punto de vista ideológico, se basa en una ideología reaccionaria, es decir, partidaria de la defensa de las monarquías absolutas.

Con ésta intención de acabar con las Revoluciones liberales  y regresar de nuevo al sistema político del Antiguo Régimen, se convocó el Congreso de Viena en Septiembre de 1814, cuyo congreso estaba integrado por Gran Bretaña, Prusia, Rusia, Austria y Francia. Éste congreso, interrumpido temporalmente con el regreso de Napoleón en 1815 al instalar el efímero imperio de los Cien días, se caracteriza por el reajuste territorial del mapa europeo (por ejemplo, se crea de nuevo el reino de los Países Bajos formado por la integración forzosa de Bélgica a Holanda); y por el establecimiento de un nuevo orden internacional basado en el equilibrio entre las potencias para garantizar la paz, en el principio de legitimidad monárquica, y en el principio de intervención de las grandes potencias en la medida que su situación pudiera afectar al equilibrio general. Los personajes políticos clave del Congreso de Viena fueron: el canciller Metternich por el Imperio Austriaco, Castlereagh por Gran Bretaña, el Zar Alejandro I y su ministro Nesselrode por el Imperio Ruso, Handenberg y Humbolt por Prusia, y Taylleyrand por Francia.

 

¿Cuál fue el nuevo mapa de Europa?

 

  • Rusia es la gran vencedora de Napoleón, se anexiona casi toda Polonia, Finlandia y las riberas del Mar Negro (Besarabia).
  • Prusia recibe territorios importantes y siguiendo la idea de equilibrio se convertirá en el contrapeso de Francia en el Oeste al recibir Renania o zona ribereña del Rin; y de Rusia en el Este. Otros territorios la convertirán en una potencia fuerte y en el germen de la futura Alemania unida.
  • Austria recibe territorios en el norte de Italia (Lombardía, Venecia, Istria) y la costa de Dalmacia (actual Croacia).
  • Gran Bretaña en el continente recibe Hannover en Alemania y algunas islas (Malta, islas Jónicas...) que consolidan su poder marítimo.
  • Francia vuelve a las fronteras de 1792, está rodeada de una serie de estados-tapón: Saboya-Piamonte, Países Bajos y la Prusia del Rin (Renania).
  • Holanda, independiente desde 1648, recibe nuevos territorios como Bélgica y Luxemburgo, pasa a llamarse Países Bajos pero esta unión es artificial y saltará por los aires en 1830 con la independencia de Bélgica.
  • Dinamarca perderá Noruega que pasa a Suecia y a Dinamarca se le entrega Holstein y Lauenburgo. Por último Cracovia se queda como una república libre.
  • El territorio germánico es un conglomerado de ciudades libres y estados, entre los que destacan dos potencias con ambiciones sobre el resto: Austria y Prusia.

 

 

Por otro lado, en septiembre de 1815, se firmó un pacto conocido como la Santa Alianza (por iniciativa del Zar Alejandro I y el apoyo de Prusia y Austria). Este pacto inicialmente no fue apoyado por Gran Bretaña, pero poco tiempo después Gran Bretaña decide unirse a las otras 3 naciones con el objetivo de vigilar el equilibrio de fuerzas en Europa, formándose así una cuádruple alianza. Una año más tarde, en 1818 se unirá Francia, formándose así una quíntuple alianza. El objetivo de esta alianza fue la de evitar que algunas de estas potencias se vieran amenazadas por una Revolución de carácter liberal, que pusiera en peligro el absolutismo monárquico. De hecho, a partir de 1818, se van a empezar a convocar toda una serie de Congresos con el fin de acabar con todos los desórdenes de carácter liberal. Es lo que se va a conocer con el nombre de la Europa de los Congresos. Los principales congresos serán los de Aquisgrán (1818), el de Troppau (1820), el congreso de Laybach (1821), que autorizó la intervención austriaca para acabar con la sublevación de Nápoles y Piamonte, y el Congreso de Verona (1822) que permitió la intervención en España de un ejército francés denominado los Cien Mil hijos de San Luis (encabezado por el Duque de Angulema), para terminar con el Trienio Liberal y restaurar a Fernando VII en España.

 

 

3.-  La evolución del absolutismo en Europa

 

Prácticamente casi en toda Europa se ha restaurado el Antiguo Régimen, pero sólo momentáneamente en algunos países.

En Francia Luis XVIII es nombrado rey, para acallar a una cierta oposición interna concede en 1814 una Carta Otorgada, es una especie de Constitución que no nace del pueblo sino que el rey la otorga porque quiere, lógicamente el poder real es fuerte y el Parlamento no tendrá casi peso. Antes de su muerte en 1824 en el país se vive un clima casi de guerra civil entre los ultrarrealistas (partidarios del poder absoluto del rey) dirigidos por el futuro Carlos X, y los independientes, partido donde se integran republicanos, bonapartistas... Al subir al poder Carlos X pone en marcha un régimen ultraconservador que se apoya en un gobierno autoritario (censura, disolución de las Cámaras...); esto provoca una insurrección general en 1830 que acaba con su poder y con el Antiguo Régimen en Francia de una manera definitiva.

Rusia es gobernada de una manera brutal y cruel por Alejandro I, tras su muerte en 1825 le sucede su hermano Nicolás I. En esta situación de cambio aparecen muchos movimientos secretos que piden para Rusia un régimen constitucional y motivan el levantamiento dekabrista o decembrista en diciembre de 1825, serán duramente reprimidos. Nicolás I se muestra más cruel y represor todavía, se apoya en un fuerte cuerpo de policía. Luchará contra el nacionalismo polaco y ucraniano realizando una política de rusificación. El absolutismo se mantendrá en el país hasta principios del siglo XX.

En el Imperio austro-húngaro el emperador Francisco I deja el gobierno en manos de Metternich que no duda en recurrir a la fuerza y a un fuerte centralismo para aplastar el nacionalismo de la gran cantidad de minorías que hay en su artificial estado y que  aspiran a un régimen liberal y a la independencia, estos movimientos aflorarán más adelante y será necesario conceder una cierta autonomía a los territorios.

Prusia está gobernada por Federico Guillermo III y se encuentra dividida en dos zonas,  Prusia propiamente dicha al Este y la Renania prusiana en la zona del Rin. El rey aprueba al principio una carta otorgada en 1814 pero luego se arrepentirá y gobernará de una manera más autoritaria. El objetivo de Prusia es lograr bajo su mano la unificación de Alemania.

La Europa postnapoleónica vuelve a estar dominada por el Antiguo Régimen. En la superficie parece como si la revolución estuviera superada, pero la realidad es otra, la oposición al Antiguo Régimen es creciente en todos los aspectos que no tardarán en aflorar.

 

4.- Las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1848

 

Las primeras revoluciones liberales que se produjeron tuvieron lugar a finales del siglo XVIII en las colonias norteamericanas, que se convertirán en una nueva nación: los EE.UU de América; y en Francia con la Revolución Francesa en 1789. Ésta última fue la revolución liberal quizá más trascendente, pues marca el momento histórico en el que la burguesía francesa acaba con el absolutismo monárquico y con la organización jurídica y fiscal que favorecía a los estamentos privilegiados.

 

4.1.- Las revoluciones de 1820 y la independencia de Grecia.

 

 

A partir de 1820 se va a producir una segunda oleada de revoluciones liberales en Europa como respuesta al régimen político de la Restauración, y en defensa del liberalismo y del nacionalismo.

 

El primer levantamiento se produjo en enero de 1820 en España por el general Riego, que estaba a punto de partir con tropas en Cádiz para sofocar la emancipación de las colonias latinoamericanas. Este hecho dio lugar a la formación en España del Trienio Liberal (1820 – 1823), que supuso el reestablecimiento de la Constitución de 1812. Este Trienio Liberal duró hasta 1823, momento en el que Fernando VII recupera el poder gracias a la entrada de los Cien Mil hijos de San Luis, que es un ejército francés enviado por la Quíntuple Alianza, tal y como se estableció en el Congreso de Verona.

 

Esta revolución se extendió también a otros países: en primer lugar a Portugal en 1820, donde en agosto de este mismo año se subleva el coronel Sepúlveda en Oporto. Esta sublevación se extiende a Lisboa (la capital) donde se demanda la formación de una monarquía liberal y la elaboración de una constitución inspirada en la española de 1812.

 

También se extendió a Italia, en primer lugar a Nápoles en 1820, donde los Carbonarios (sociedad secreta) obligan a Fernando I de Nápoles a otorgar una constitución según el modelo español de 1812, mientras que en Sicilia se lucha por la autonomía de la isla. En Piamonte se produjo también una sublevación en 1821. Los insurgentes, apoyados  por importantes sectores del ejército, exigían una monarquía constitucional. El rey Víctor Manuel ante esto abdicó y nombró a su hermano Carlos Félix nuevo monarca. Estas sublevaciones fueron sofocadas por un ejército austriaco, enviadas tras el Congreso de Laybach de 1821.

 

Paralelamente a estas revoluciones liberales, se van a producir dos hechos importantes de carácter nacionalista: la Independencia de Grecia (1821 – 1829) y la emancipación de las colonias latinoamericanas.

 

En cuanto a la Independencia de Grecia del Imperio Turco, comenzó en 1821 al estallar un moevimiento liberal. Debemos destacar a la sociedad secreta Philiké Hetairía, la cual tuvo una gran importancia en el proceso independentista. La Independencia de Grecia sería reconocida por Imperio Turco en 1829 con el Tratado de Adrianópolis. Por tanto, a pesar de que esta independencia había comenzado con un movimiento liberal, con la independencia no se implantará un régimen liberal con una constitución, tal y como se había establecido en el Congreso de Epidauro de 1822, sino que se impuso una monarquía absolutista en la figura de Otón I de Wittelsbach. Por tanto, con esta independencia de Grecia vemos como un movimiento liberal ha desembocado en un movimiento nacionalista.

 

Respecto a la emancipación de las colonias latinoamericanas de la monarquía hispánica, comenzó en el momento en el que España estaba en plena Guerra de la Independencia contra los franceses. Una vez que esta finalizó, Fernando VII intentó acabar con este movimiento emancipador enviando tropas a América. A partir de 1816 y 1824 se desarrollará el conflicto bélico en América entre el ejército español y los ejércitos independentistas. En ella destacaron dos líderes fundamentales para el proceso emancipador: Simón Bolívar (creador de la Gran Colombia entre 1819 y 1830) y José de San Martín que conseguiría la independencia de Chile. Por tanto durante este proceso emancipador se consigue la independencia de Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Además también México conseguirá la Independencia en 1821, mismo año en el que Brasil se independizará de Portugal.

El proceso de emancipación americano se puede dar por finalizado a partir de 1824 con la batalla de Ayacucho. De tal manera que tras este proceso, España sólo conservará en América las colonias de Cuba y Puerto Rico. Además también podemos decir que la mayoría de estos Estados adoptaron un régimen político republicano en manos de la oligarquía criolla. Poco a poco, el poder político fue pasando a  manos de caudillos que se convertirán en verdaderos dictadores.

 

 

 

 

 

 

4.2.- Las revoluciones de 1830 y la independencia de Bélgica

 

En 1830 se produjo de nuevo una oleada revolucionaria que tuvo su inicio en Francia, y se extendió a Bélgica y Polonia. Fue una revolución liberal como las anteriores, pero además, nacionalista, ya que dio lugar al nacimiento de Bélgica como Estado independiente.

 

Las causas de esta revolución, que se organizaron en Francia, son fundamentalmente de carácter político y económico. Desde el punto de vista económico, entre 1825 y 1829 se produjo una crisis agrícola que provocó la escasez de alimentos básicos, como la patata, que causaron a su vez una crisis financiera, industrial y comercial. Esta situación creó un gran malestar, al menos en la burguesía de negocios y en las clases populares más pobres. Y desde el punto de vista político, la sucesión de Luis XVIII por Carlos X en 1824 generó también un malestar entre las clases populares, debido a que su reinado suponía una regresión política respecto al anterior, ya que implantó un gobierno absoluto. El nuevo monarca decidió publicar en 1830 las famosas Cuatro Ordenanzas, con las que se suspendían algunos logros de la Carta Otorgada de Luis XVIII, tales como la libertad de prensa, se disolvían las cámaras, se gobernaba por medio de decretos, etc…

 

Toda esta situación provocó un levantamiento en París los días 27, 28 y 29 de julio de 1830, en las que se alzaron barricadas por toda la ciudad. Ante esto, el rey tuvo que abdicar y se ofreció el trono a Luis Felipe de Orleans (1830 – 1848). Durante su reinado aceptó los postulados del liberalismo al amplia la Carta Otorgada introduciendo la soberanía Nacional, la Supresión de la censura, una base electoral más amplia, y se creó la guardia nacional.

 

Esta sublevación liberal francesa, se extendió a otras zonas como Bélgica en el que los liberales se alzaron en una revolución nacionalista para separarse de Holanda. El Reino de la Países Bajos fue creado a partir de los Ocho artículos de 1814 por los que el hasta entonces Estatúder de las Provincias Unidas fue nombrado Rey del nuevo Estado formado por Bélgica y Holanda con el estallido de la Revolución liberal. Con el estallido de la revolución liberal, Guillermo I respondió con la ocupación de Bruselas, lo que provocó una guerra civil que obligó a los holandeses a replegarse hacia el norte. De tal manera que Bélgica conseguía la Independencia. Una vez logrados los objetivos independentistas, eligieron como rey a Leopoldo de Sajonia y en 1831 se creó una constitución plenamente liberal.

 

También se produjeron sublevaciones en Polonia (sometida por el Imperio Ruso), pero a diferencia de la sublevación belga, la revolución de Polonia acabó fracasando. La consecuencia de la derrota fue la derogación de la Constitución polca de 1815 que había permitido el Zar Alejandro I, y la promulgación del Estatuto Orgánico de 1832 que suponía integrar completamente las tierras polacas al Imperio Ruso. Se depuró a la nobleza que había participado y se les expropió la tierra, fue prohibida la lengua polaca y se impuso la rusa como la oficial. Además se persiguió la religión católica.

 

Por otro parte, también hubo sublevaciones liberales en Italia, concretamente en Módena, Parma y los Estados Pontificios, que serían de nuevo sofocadas por el ejército austriaco.

 

 

4.3.- Las revoluciones de 1848

 

La oleada de 1848 volvió a centrarse en Francia y se extendió a Italia, Alemania y Austria. Fue también liberal y nacionalista, pero además esta revolución se caracteriza también por la presencia del socialismo en la lucha, que reivindicarán el sufragio universal, el principio de Soberanía Popular y la idea de República. De los ciclos revolucionarios, fue éste último el más trascendente.

 

Estas revoluciones de 1848 estuvieron precedidas por unas revoluciones en el área italiana y en Suiza en 1847, debido a las dificultades económica por las que pasaba Europa (Crisis agrícola, industrial y financiera).

En Francia las revoluciones estallaron motivadas por una Crisis económica, por las medidas aplicadas por Luis Felipe de Orleans (tendencia al absolutismo al aprobar leyes restrictivas); y además también por un aumento de las tendencias políticas republicanas en Francia.

El resultado fue la destitución del Rey Luis Felipe de Orleans, lo que supuso la proclamación de la II República Francesa, instituyéndose un gobierno provisional de liberales, demócratas y socialistas, que promulgaron el Sufragio Universal Masculino y demás libertades y derechos básicos, incluida la abolición de la esclavitud en sus colonias.

Se convocaron elecciones para elegir al presidente de la República, siendo elegido un sobrino de Napoleón: Luis Napoleón Bonaparte. El nuevo presidente de la República, decidió en 1851 dar un golpe de Estado, apoyado por el ejército, con el que se disolvió la Asamblea y proclamó una monarquía autoritaria. De hecho al año siguiente (1852) es nombrado Emperador conociéndosele con el nombre de Napoleón III, quien proclamó el II Imperio Francés que duró hasta la Guerra Franco-prusiana (1870 – 1871).

 

Otros movimientos revolucionarios se produjeron en la Península Itálica (revoluciones que ya habían tenido sus inicios en 1847), en la que Austria de nuevo volvió a intervenir para sofocar el conflicto. Debemos destacar la Batalla de Custozza en la que el ejército austriaco logró derrotar al rey de Piamonte-Cerdeña Carlos Alberto, el cual tuvo que abdicar a favor de su hijo Víctor Manuel II. También se produjeron movimientos revolucionarios en Lombardía y Véneto, en Roma y en el Reino de las dos Sicilias.

 

También se vio afectado por estas revoluciones de 1848 el Imperio Austriaco, cuyas alteraciones afectaron a Viena. Esto provocó la destitución del canciller Metternich que se refugió en Inglaterra. También se produjo una sublevación de carácter nacionalista en Hungría. El resultado definitivo fue la abdicación del Emperador Fernando I, quien abdicó en su sobrino Francisco José I.

 

Otra zona que se vio afectada fue el área alemana, donde se produjo una insurrección generalizada, que acabó generando la formación de un Parlamento alemán en Frankfurt (los soberanos alemanes se vieron obligados a convocar este parlamento), que se encargó de la elaboración de una Constitución Imperial en 1849. Sin embargo, este parlamento y la nueva constitución duró poco al ser disuelto por el ejército prusiano.

 

5.- Las unificaciones de Italia y Alemania

 

En la segunda mitad del siglo XIX, se van a producir una serie de movimientos nacionalistas en la Península Itálica y en la zona alemana, que acabarán generando la unificación del territorio italiano y la unificación del territorio alemán en 1871.  A partir de este momento ya podremos hablar de Italia y de Alemania como un único conjunto territorial, y no como una fragmentación de Estados.

 

5.1.- La unificación italiana.

 

Los grandes líderes de este proceso fueron Cavour (político liberal que fue nombrado primer ministro de Piamonte, y fundador en 1847 del movimiento Il Risorgimento), Mazzini (nacionalista que fundó la Joven Italia) y Garibaldi (revolucionario y héroe de la unificación).

 

El Rey de Piamonte-Cerdeña, Víctor Manuel II, y su primer ministro Cavour encabezaron el proceso de unificación ya desde 1852. Para conseguir sus propósitos, el Rey y su ministro tuvieron que enfrentarse a tres grandes problemas:

 

  1. La presencia austriaca en el norte.
  2. el Papado en el centro
  3. el reino de los Borbones en el sur.

 

En 1859 se declaró la guerra a Austria, en la que Cavour buscó el apoyo de Napoleón III y con su ayuda se consiguieron las victorias de Magenta y Solferino. Con estas victorias, la Lombardía quedó anexionada a Piamonte en 1859, y en 1860 se añaden también Milán, Módena, Parma, Toscana y Bolonia. Con estas incorporaciones quedaba constituido el Reino de la alta Italia a la que se dotó de un Parlamento Común.

 

En 1860 Garibaldi, junto a sus tropas conocidas con el nombre de “camisas rojas”, partieron desde el puerto de Génova hacia Sicilia donde conquistaron Palermo e instalaron un gobierno provisional. Desde aquí se dirigió hacia Nápoles que también logró conquistar. Con esto se completaba la conquista del Reino de las Dos Sicilias. Esto supuso, por tanto, la incorporación del sur de Italia a Piamonte.

 

En 1861, se reúne el Parlamento en Turín (capital de Piamonte), donde se proclamó a Víctor Manuel II Rey de Italia. No obstante, aún quedaban dos territorios sin incorporar a la unidad italiana: Venecia, que se acabó incorporando a la unificación en 1866, y Roma, que no se incorporaría hasta 1870, siendo convertida en la capital del nuevo Reino. Hay que decir que Roma contó con la protección de las tropas francesas de Napoleón III. Pero en 1870, cuando estalla la Guerra franco-prusiana, las tropas francesas asentadas en roma, deben marcharse para poder hacer frente al conflicto bélico, momento en el que las tropas italianas lograron hacerse con el territorio. De tal manera, que en 1871 se puede dar por finalizada la Unificación Italiana.

 

5.2.- La unificación alemana

 

Los primeros intentos unificadores en Alemania, debemos situarlos en 1834 con la creación del Zollverein o Unión aduanera de los Estados alemanes. Se trata simplemente de una unión de carácter económico, que favoreció a la industria y el comercio, dando a Prusia un gran prestigio. Además en 1838 se llevó a cabo una Unión monetaria.

 

No obstante, la unificación política del territorio alemán no comenzará hasta la década de los 60 del siglo XIX. Esta unificación la llevaría a cabo Prusia bajo el gobierno de Guillermo I (obtuvo el trono prusiano en 1848) con el apoyo del Canciller de Prusia Otto Von Bismarck, nombrado canciller en 1862.

Para llevar a cabo esta unificación, Prusia tuvo que hacer frente a 3 guerras:

 

  • En primer lugar, la guerra con Dinamarca en 1864. Esta guerra estuvo motivada por el intento de incorporación de los ducados de Schlewig, Holstein y Lanenburg, a Prusia y Austria tras la muerte del rey Danés. Este acontecimiento se conoce con el nombre de “La crisis de los Ducados daneses”. Durante este conflicto, el ejército danés fue derrotado, por lo que Austria se quedaba con el Ducado de Holstein, y Prusia con el Ducado de Schlewig y de Lanenburg.
  • La segunda guerra fue la guerra Austro-Prusiana, también llamada Guerra de las siete semanas, en 1866. Esta guerra fue una pugna entre Austria y Prusia por conseguir el liderazgo de la Confederación Germánica. La chispa que ocasionó dicho conflicto fue la invasión del Ducado de Holstein por Prusia.

Austria fue derrotada en este mismo año por el ejército prusiano, dirigido por el general Von Moltke, en la Batalla de Sadowa. La paz se firmo en Praga, en la que se establecía la anexión de Holstein a Prusia, y se formaba la Confederación de Alemania del Norte. De esta manera se disolvía la Confederación alemana establecida por el Congreso de Viena de 1815.

  • La tercera y última guerra a la que se tuvo que hacer frente fue la guerra franco-prusiana entre 1870 y 1871. La guerra estuvo motivada por la presentación de la candidatura de Leopoldo de Hohenzollern a ocupar el trono de España en 1870. Napoleón III solicitó la retirada de la candidatura y garantizar que no se harían propuestas similares en el futuro. Esto no fue aceptado por Guillermo I, ni por canciller Bismarck. Napoleón interpretó el telegrama de Ems como una ofensa personal, por lo que decidió declarar la guerra a Prusia.

La guerra finalizó en 1871 con la victoria del ejército prusiano en la Batalla de Sedán. Un victoria que supuso la incorporación de Alsacia y Lorena a la Confederación alemana del norte. Además se proclamó el II Reich alemán formado por todos los Estados alemanes, excepto Austria, y fue nombrado Emperador Guillermo I de Prusia.

Por tanto, en 1871 se puede dar por finalizado el proceso de unificación de Alemania.

 

6.- Nacionalismo en el Imperio Turco

 El imperio turco había entrado en decadencia en el siglo XVIII. Una decadencia que se vería agravada en el siglo XIX al verse afectado dicho territorio por una serie de movimientos nacionalistas. De hecho se llegó a calificar al Imperio Turco como “el hombre enfermo de Europa”. En 1829, el Sultán otomano tuvo que reconocer la Independencia de Grecia, y desde 1866 le sucedieron las secesiones. En esta fecha se consumó la Independencia de Rumanía; y en 1878 la de Bulgaria, Serbia y Montenegro. En 1908 la de la isla de Creta, que se incorporó a Grecia en 1913, y la de Albania en 1912. Estos nuevos Estados se constituyeron en monarquías parlamentarias, pero no consiguieron nunca estabilidad, entre otras razones porque estaban muy enfrentadas entre ellos por cuestiones fronterizas.

 
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